Así como las ventanas suponen un elemento relativamente reciente en las casa, incluso inexistente en algunas culturas antiguas, la puerta es un elemento casi permanente en la arquitectura, aunque con criterios sociológicos, culturales y defensivos diferentes.
En este artículo vamos a repasar la evolución de la puerta desde las civilizaciones antiguas hasta nuestros días. Si algo han tenido en común las puertas durante todos estos siglos, ha sido el material empleado para su fabricación. La madera, desde el inicio de los tiempos, ha sido el más adecuado para su construcción gracias a su resistencia a la par que ligereza, su accesibilidad y fácil labrado. Aun así, hemos encontrado excepciones en algunas civilizaciones, como la minoica, donde debido a la escasez de madera, se empleaban tableros de yeso.
LA PUERTA EN LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS
Las casa sumerias, en la antigua Mesopotamia, constaba de habitaciones rectangulares alrededor de un patio con una pequeña abertura en el techo para la entrada de luz y aire. Por tanto, la puerta era el único elemento de conexión con el exterior, ya que no existían ventanas que comunicasen con las calles de afuera.
Egipto nos ha dejado diferentes modelos de puertas, todas procedentes de tumbas, conservadas actualmente en el
Museo de El Cairo. La puerta más ancestral es la perteneciente a la tumba de Iyka datada en el 4.500 a.C. En cuanto a las llaves y cerrojos, su origen es conocido por dibujos y jeroglíficos; contaban con dimensiones superiores a las actuales y el cerrojo se accionaba a modo de palanca.
De las civilizaciones griegas y su relación con las puertas quedan pocas referencias. En
La Odisea se mencionan llaves largas con cerrojos de madera y rotación de palanca, al estilo egipcio. De los romanos proviene la puerta plafonada, compuesta por uno o varios recuadros de madera, tal y como la conocemos hoy en día. El tablero del plafón estaba compuesto por tablas grapadas.
LA PUERTA MEDIEVAL
La puerta más común de la Alta Edad Media, la entablada, se componía de tablas unidas mediante elementos transversales clavados, ya fuesen estos últimos metálicos o de madera. Más adelante irán a media madera y machihembradas, en diseños más sofisticados.
El abundante uso de la madera y su basto labrado se daba al hecho de que la función principal, en las puertas exteriores, radicaba en proteger el interior ante una sociedad con una impronta bastante violenta.
Los dispositivos de cierre sin trancas, cerrojos y cerradura de diversos tipos. Son puertas muy severas y sólidas. En su transición con la puerta gótica plafonada, aparece la puerta de cruz central y 4 paneles/entablados, un diseño clásico por su belleza y funcionalidad. Este tipo de puerta perdurará a lo largo de la historia y de los diferentes estilos hasta la arquitectura contemporánea.
PUERTAS CASTELLANAS
Con la llegada del Renacimiento, se va extendiendo la costumbre de instalar las puertas apeinazadas. Los peinazos son largueros o travesaños que dividen el paño enmarcando cuarterones o cojinetes de dibujos variados, conformando la puerta española por excelencia. De hecho, su colocación en el Monasterio de El Escorial, con 1.200 unidades, o su aparición en obras del pintores del Siglo de Oro, como Velázquez o Zurbarán, demuestran su aplicación. En un inicio, la puerta apeinazada era de roble, relacionada con la alta alcurnia, aunque más tarde sus connotaciones cambiarían.
Con el Barroco los peinazos se complican, pasando de simples tramas rectangulares a complejos ensambles de lacería, de influencia árabe. La puerta apeinazada se llamará con el tiempo, puerta castellana., la cual exige mucha maestría y alto conocimiento de geometría para resolver la profusión de complicados ensambles entre sus parte.
NUEVOS ESTILOS EN EL S.XX
Los nuevos estilos, denominado Modernismo en España o Modern Style en Inglaterra, supondrán la recuperación de la conocida como carpintería tradicional, donde se trabaja la madera de manera artesanal. El arquitecto de referencia de la época será Antonio Gaudí, por su trayectoria en el arte. En estos estilos, la puerta plafonada mantiene su estructura, siendo el plafón el que mantiene la ornamentación, bien naturalista o geométrica.
La Gran Guerra de 1914 puso fin al modernismo y otros excesos, lo cual supuso una vuelta a la moderación de los diseños. La alegría se recuperaría en los años 20 con el Art Déco de la Belle Epoque. EN los años 30 aparece el racionalismo, que se caracteriza por su vinculación al proceso de industrialización de los elementos de construcción. Es el momento de la aparición de la puerta plana, aunque no se impone del todo hasta la década de los 50 con el Estilo Internacional
Elemento común, habitual y cargado de historia e influencias; así son nuestras puertas hoy en día.